«La mujer estaba denunciando la foto como un uso desagradable y cosificado de las mujeres, y juzgaba sin conocer lo que son los roles del BDSM o el fetichismo. Todos le dimos nuestra opinión y ella siguió con la suya.»
Hace poco, un amigo mío de Facebook compartió en su muro una foto de Stark-Arts que habían publicado en la página de MoiMagazine, una magazine dedicada a la fotografía que publica fotos de distintos fotógrafos, en su mayoría de mujeres; eróticas, fetichistas, desnudos, de moda, etc. En la foto en cuestión aparecía una mujer de rodillas, vestida con medias de liga, bragas, sujetador y botas altas. Llevaba una cuerda con ataduras en el pecho, que la cogía con la mano otra mujer y hacía como que la arrastraba. Para mi gusto, era una foto preciosa. Aquí os la dejo:
Foto por Stark-Arts en MoiMagazine
El primer comentario a esa publicación fue de una mujer diciendo: «Desagradable».
Enseguida, mi amigo le preguntó a esa mujer qué tenían de desagradables las prácticas eróticas de sumisión y que si en la foto veía violencia hacia la mujer, además de que se trataba de una interpretación erótica entre dos mujeres, que no era un hombre el que sujetaba la cuerda. Entonces, la señora dijo que seguro que el fotógrafo no era una mujer. Como si eso cambiara algo, digo yo.
«¿Puede una mujer desear que la dominen en la cama? ¿Es contradictorio ser feminista y sumisa en el plano sexual? En mi opinión no. Hay opiniones muy opuestas, he leído y oído argumentos que se decantan hacia el sí y hacia el no»
Según esta señora, el fotógrafo tenía que ser un hombre, seguro, porque las mujeres no degradan de esa manera. Y que para ser moderna hoy en día hay que degradar a la mujer, que está muy de moda y le parece humillante. Que las mujeres tenemos dignidad y que eso es una manera de pisotearla, tratándolas como un objeto, atadas, sumisas. Que eso no era una foto sino una mujer vejada. Que esta clase de fotografías son al gusto de una gran mayoría masculina y de una muy pequeña minoría femenina, a la que le gusta verse así. Y añadió que pusiera fotos así de un hombre. Como si no las hubiera.
A todo esto le siguieron una serie de comentarios más, «conversación» a la que nos añadimos tres o cuatro mujeres y otro hombre. Todos le contestamos más o menos lo mismo, que estaba juzgando sin conocer, llevada, probablemente, por ciertos prejuicios.
Por supuesto que existen fotos de hombres atados y arrastrados por mujeres, y se las adjuntaron. La mujer estaba denunciando la foto como un uso desagradable y cosificado de las mujeres, y juzgaba sin conocer lo que son los roles del BDSM o el fetichismo. Todos le dimos nuestra opinión y ella siguió con la suya. Cada persona tiene derecho a opinar lo que quiera. Yo no comparto esa opinión. Y, sinceramente, lo que me molesta es que se prejuzgue algo que no se conoce.
Voy a ir un poco más allá. Hasta ahora estábamos hablando de una simple foto, una foto en la que una mujer está interpretando un papel. Si nos trasladamos a la realidad y nos centramos en el erotismo y la sexualidad, el BDSM es una práctica en la que también se interpreta un rol. Un rol elegido, no por obligación. Todo es consensuado —en los casos en los que no lo sea, estaríamos hablando de abuso, que quede bien claro—, decidido libremente, en base al deseo sexual de cada persona. ¿Puede una mujer desear que la dominen en la cama? ¿Es contradictorio ser feminista y sumisa en el plano sexual? En mi opinión, no.
Hay opiniones muy opuestas, he leído y oído argumentos que se decantan hacia el sí y hacia el no.
Os dejo un artículo en el que Arola Poch, psicóloga y sexóloga, describe ambas posturas.
El debate está abierto y toda opinión es respetable, pero, para mí, lo más respetable es que cada una decida por sí misma. Y que la dejen tranquila con su decisión, si está tomada desde la libertad.
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