Estoy hecha polvo. A punto de llegar a casa. Es viernes. Son más de las dos de la madrugada. Los párpados empiezan a pesarme como dos persianas medio rotas luchando por no descender. Menos mal que ya falta poco trayecto.
Los niños esta noche duermen con mi padre y a mi Gentleman seguro que me lo encontraré apalancado en el sofá, sobado con la boca abierta y roncando como un tigre en medio de la selva nocturna.
Segurísimo, Lady. Estando solo habrá aprovechado para cenar y despatarrarse en el sofá viendo alguna peli.
No, nena. Viendo los cinco o seis primeros minutos de alguna peli, maticemos.
Exacto. Pobrecillo, últimamente se soba a la de tres.
No me extraña. Está muy cansado... Y lo entiendo. Yo también estoy muerta. Ayer trabajé hasta las tantas para quitarme de encima el máximo trabajo posible y poder tomarme hoy el día libre. Cerré el ordenador con los ojos al borde del síncope y escocidos, por no hablar de mis neuronas, que acabaron chamuscadas casi todas. Las cervicales se convirtieron en rocas y el culo, madre mía, tras unas trece horas sentada dándole a la tecla, las nalgas y las piernas suelen marcarse una macro siesta del copón y al final ya ni las siento. Hoy solo puedo decir que el esfuerzo valió la pena.
Como cada dos viernes, esta noche tenía programa de radio en la city y, aprovechando que iba a la ciudad, he hecho más cosas, como ir a mi pueblo. Como mi hombre suele llegar tarde a casa, a los niños los he apañado con el Avi, los habrá recogido en el cole por la tarde y se los habrá llevado a su casa hasta el día siguiente.
«Sea como sea. Y, como bien sabemos, entre otras cosas, me gusta hablar de sexo. De sexo, de pollas y de coños. Así, sin adornos ni nada»
Y él tan contento, Lady. Con lo que los echa de menos…
Y los niños a él.
Con todo dispuesto, sobre las doce he cogido el coche y me he ido a mi querido municipio natal. Aunque no ha sido fácil cuadrar las agendas, he quedado con Paula y Patricia. Ellas dos también han podido arreglar su jornada para trabajar solo por la mañana, un obsequio muy preciado del que no podemos disfrutar a menudo y que nos ha regalado una agradable comida y una charla liberadora en casa de Pau. Lo y Bet no han podido venir, están fuera por asuntos laborales, como de costumbre. Joder, le hemos dado poco a la lengua, qué gustazo, por favor. Hacía días que no nos veíamos. Se ha notado que no estaban nuestra Pija y la Vikinga. Y a la hora de hablar de sexo, hemos echado de menos las historias suculentas de Lorena, que siempre saben a poco. Pero, vamos, yo no me he quedado corta. Me he descargado.
Muy bien, nena, es lo que te hacía falta.
Sí. Es que yo necesito expresarme.
¿Expresarte, Lady? Vomitar, más bien…
Joder, vale, vomitar. Sea como sea. Y, como bien sabemos, entre otras cosas, me gusta hablar de sexo. De sexo, de pollas y de coños. Así, sin adornos ni nada.
Eso, sin rodeos, siempre directa al hueso.
Es mi forma de hablar. Y a mí me gusta. Hoy, uno de los temas que hemos tratado en «Hablemos claro» ha sido el uso de eufemismos y, con ello, la existencia de muchos tabúes relacionados con la sexualidad, todavía predominantes en una sociedad, en apariencia, avanzada y mucho más abierta de mente, pero, en realidad, aún con demasiadas mentes cuadriculadas, adoctrinadas y prejuiciosas. El tema me iba como anillo al dedo.
¿Por qué a tanta gente le chirrían los oídos cuando escuchan la palabra polla? ¿Tengo que decir pene? ¿Picha o pito? ¡Venga, ya! ¡Polla, joder, polla! En el programa de esta noche lo he planteado así: ¿Por qué molesta esta palabra? ¿Solo es incómoda por ser un taco? ¿Molesta más por su significado? ¿Decir polla y coño es ser vulgar o mal educado?
Es que tú eres una deslenguada, Lex. No solo dices polla.
¿Y qué? Vale. Digo más tacos. Y no significa que sea una mal educada. Y voy a ir más allá, ¿suena grosera la palabra polla en la boca de una mujer, como siempre me ha dicho mi padre? Por favor, menuda gilipollez. Dependerá del momento y de la situación, ¿no? Que una tiene una educación. No suelto ese vocablo en según qué sitios ni delante de cualquiera, pero tampoco me lo callo cuando no hay por qué hacerlo. Polla es una gran palabra. A mí me encanta.
No hace falta que lo jures, nena, solo en un rato la has dicho unas seis o siete veces. Te encanta la palabra polla y te encanta la polla, maticemos.
Oh, yes, Lady. La polla es una de mis mejores amigas y no hay más que decir. Bueno, sí, hay mucho que decir, ¿qué coño? Adoro la polla. Y utilizar la palabra polla. Pero a otras personas no les gusta pronunciarla, ni siquiera escucharla.
Porque para algunas personas hablar de sexo sin tapujos es tener la mente sucia. Y para otras los tacos son feos, no los utilizan, ni les gusta escucharlos.
Entonces, ¿es una cuestión de moral? ¿De educación? ¿De prejuicios?
Ay, nena… Una gran pega de este mundo; los prejuicios, meterse en la vida de los demás, creerse con derecho a juzgar, tener el ojo escudriñador activado a todas horas.
Exacto. Es una pena. Si cada cual se preocupara más de mirarse al espejo y menos de la vida de los demás, todos viviríamos más tranquilos.
Y que lo digas, Lady. Pero sabemos que eso no va a pasar nunca.
No. No va a pasar nunca… Podría extenderme igual si iniciara el mismo debate mental con la palabra coño, otra de mis favoritas. Coño. Coño. Coño… No porque sea una adicta a las palabrotas, sino porque el coño y la polla tienen un gran significado en la vida humana. Joder, el sexo tiene una gran relevancia en la vida humana.
Parece que hoy va de genitales, Lex…
Sí. De genitales, de palabras mal sonantes, de sexo y folleteo. Y de prejuicios, of course.
Hoy vengo cargadita, después de que un hombre me haya insultado en pleno directo y de que una mujer me haya dicho que estas cosas se hablan en la intimidad, no en un programa de radio.
Tú ni caso, nena…
No les hago ni caso, ya estoy acostumbrada. Les he respondido con educación que ellos no son nadie para juzgarme, que examinen su mentalidad por si tiene una capa de moho que no les permite ver más allá de su propia realidad, que no es la única en el mundo. Les he exigido respeto y tolerancia hacia los demás, y adiós.
«¡Ufff! Muchos de ellos se creen que por vivir tu sexualidad libre y abiertamente estás disponible para todos o eres una ninfómana»
Bien hecho, Lady. No hace falta ponerse a su altura. ¿Para qué?
No voy entrar en discusiones con un par de oyentes a quienes no les guste lo que hago, pero no me voy a quedar callada. Aunque ya estoy habituada y mi espalda se ha ensanchado hasta niveles inimaginables, no son nadie para juzgarme ni mucho menos para insultarme.
Claro que no, nena. Parece mentira que en pleno siglo XXI aún estemos así.
Sí. Y vamos a dejar el tema que estoy hasta el coño. Prefiero pensar en positivo y dedicar mi energía a todos los que me aceptan y me escuchan porque les gusta lo que hago y cómo lo hago. Nunca seré políticamente correcta ni me da la gana de serlo. ¿Para qué hacer hervir la sangre? Mi energía la reservo para otras cosas.
Tienes razón, Lady. No vale la pena. Como dice el dicho, si es que es un dicho: «Siempre habrá quien te adore por algo y quien te odie por lo mismo».
Exacto. Sigamos con la polla… y el coño…
El coño y la polla son dos términos preciosos y también soeces, según el diccionario y muchas personas, para mí, en cambio, son extraordinarios, naturales y están cargados de significado, como he dicho. No me entra en la cabeza esa puta manía de alguna gente por querer estigmatizar el sexo, cuando es lo más natural del mundo, por tapar y tapar lo que todos hacemos. ¿Qué tiene de malo hablar de cuerpos desnudos, de erotismo, de seducción, de fluidos compartidos, de coños y pollas, sin morderse la lengua?
Nada, nena, nada. Y cuando lo hace una mujer muchos enseguida la tachan de zorrón, fresca, libertina y todo lo que tenga que ver con lo que para ellos es una guarra. Lo peor de todo es que en demasiados casos son mujeres las que lo critican. Y ellos…
¡Ufff! Muchos de ellos se creen que por vivir tu sexualidad libre y abiertamente estás disponible para todos o eres una ninfómana. ¡Manda cojones!
Exacto, Lady, ¡manda cojones! Tu, sencillamente, eres muy sexual, morbosa y directa que te cagas en lo que a sexo se refiere.
Pornográfica, más bien. ¿Y qué? Me gusta hablar de sexo y hacer uso de palabras mal sonantes, si me apetece, ¿qué le voy a hacer? Por eso me sienta tan bien escribir textos eróticos y pornográficos, interpretarlos y hablar de distintos temas relacionados con el sexo en la radio con Jan, mi amigo y compañero.
Siempre he sido sexual, desde muy pequeñita. Hasta hubo un tiempo en que creí que me pasaba algo raro. Por suerte, no tuve que reprimir nada. En mi casa el sexo nunca fue un tema tabú, aunque reconozco que, a veces, se me iba la lengua y me encontré con algún que otro: «Niña, qué boca tienes, eso no hace falta decirlo tan llanamente».
¿Llanamente? Por favor, Lex, hay momentos en que eres tan bruta o más que Lorena.
Ya… Es que todo se pega, menos la hermosura, ¿no lo sabías? Parece mentira, a estas alturas…
Lo sé… Eres tan descriptiva, pornográfica y explícita, sobre todo cuando hablas de sexo con las Ladies. Por no mencionar cuando lo haces con los tíos. Pero ¿acaso no lo hacen ellos?
Pues sí. ¿Qué pasa, coño? ¿Los tíos pueden hablar de sexo sin miramientos y cuando lo hace una mujer es una zorra calentorra, una guarra o una ninfómana, además de una tía disponible y follable? No es justo. Yo hablo de sexo cuando me sale del coño y con quien tiene las mismas ganas que yo de hacerlo. Y no me corto en soltar todas las guarradas que me salga de la flor. ¿Por qué?
«En mi entorno diario, en cambio, las cosas son muy distintas. Si algo he aprendido de mí misma respecto a los demás es que o te encanto o te espanto. Y uno de los motivos es mi sinceridad y mis formas tan directas»
En la radio moderamos el lenguaje pero no nos contenemos. Jan y yo leemos e interpretamos los textos que escribo, que suelen sacar a flote un tema concreto sobre el que ya nos hemos documentado, luego, lo abordamos y, en la parte final del programa, interactuamos con los oyentes que nos llaman o escriben. No nos las damos de doctores expertos en sexo, para empezar, porque no lo somos, para eso ya nos encargamos de invitar a versados en la materia de vez en cuando. Solo hemos creado un espacio en el que hablamos como personas que disfrutan de su sexualidad libremente, y los que nos escuchan pueden expresarse de la misma manera. Ellos hablan con libertad y nosotros lo hacemos con franqueza, sin pudor, sin rodeos ni anestesia.
Eso. Sin anestesia, aunque suene muy directo. Si os escuchan, llaman y preguntan será porque les gusta. Y no solo por hablar sin eufemismos ni tabúes, sino por la naturalidad. A veces, hasta parece que te pasas, pero el resultado siempre es positivo.
Lo sé. Sé que soy muy directa pero creo que es la clave. En ese contexto, mi forma de actuar, hablar y opinar está funcionando y dando muy buenos frutos. Es lo que quieren los oyentes. Un poco de fantasía, datos relevantes y hablar con libertad. Pasar un buen rato escuchando a dos personas tratar temas cotidianos.
Y no tan cotidianos...
Exacto. Además, nos reímos mucho, eso sí es un hecho cotidiano.
En mi entorno diario, en cambio, las cosas son muy distintas. Si algo he aprendido de mí misma respecto a los demás es que o te encanto o te espanto. Y uno de los motivos es mi sinceridad y mis formas tan directas. Por eso me va tan bien con el mundo, en general. No congenio con cualquiera, y a estas alturas me importa bien poco. Mis pensamientos no brotan únicamente por mi lengua, sino que, como siempre escuché de la boca de mi querida madre: «Con la cara pagas, hija», así que poco tengo que hacer ante mis emociones y opiniones, por mucho que intente contenerlas. Soy directa e impulsiva, hablo desde las entrañas, siento en grado superlativo y soy perceptiva, por eso me llaman Lady Energética. Lo mío me ha costado gestionar mi lado energético, porque no siempre lo comprendí. Suelo detectar a la gente. Lo que desprenden las personas me afecta. Y cada vez más. Presiento cosas. Tengo intuiciones que en ocasiones dan miedo.
No me lo recuerdes, Bruja, las siento tanto como tú. Y, sí, cada vez son más intensas.
Será que me hago bruja perra vieja.
Sí, será eso. La edad. Las hostias del camino. La experiencia. Y también la energía. ¡Witch!
Pero a veces se te sigue yendo la fuerza por la boca cuando te enciendes, nena, reconócelo.
¡Sí, joder! ¡Vale! Forma parte de mi esencia. Soy puro genio explosivo. Y no voy a cambiar, ¡¿qué coño?! Dejaría de ser yo. Como dice mi querida Lo: «O me tomas o me dejas», no tengo término medio. Ella no lo tiene y yo tampoco. Siempre ha sido así. O te caigo muy bien o no puedes ni verme, sexo y tacos incluidos, y a quien no le guste que no mire ni me escuche. A muchos les resulto una indiscreta. ¡Madre mía!
¿Indiscreta? Pues poco te conocen…
Es lo que pasa al prejuzgar sin conocer. El escudo que he tenido que crearme a base de rocas gruesas me ha vuelto fría y distante según quien. Yo no tengo nada que esconder pero a determinados especímenes de la sociedad les parezco molesta, por hablar de lo que hablo y por hacerlo como lo hago. Y a algunas hasta parece que les fastidie que una folle a gusto y lo diga. La gente debería follar más, coño, y dejar de observar tanto al de al lado.
Qué razón tienes, Bandida. Pero eso te ha pasado siempre. No debería afectarte. Es tan sencillo… Solo se trata de respetar al prójimo.
Joder. Vive y deja vivir. ¿Qué más te da cómo folle tu vecina? ¿Qué más te da lo que haga?
Tienes razón, Lex… Aunque a veces parece que te guste provocar.
¡No me jodas! No es que me guste provocar. Yo solo soy yo, pasándome por el forro todo lo que puedan pensar o decir de mí. Y no te creas que es fácil. Sabes muy bien que no lo es. Desde que salgo en la radio me ha sacudido un tornado cargado de críticas malignas. Estaba preparada para algo así. Cuando Jan me propuso colaborar en el programa, me dijo que había pensado en mí precisamente por mi forma de ser, porque creía que sería capaz de abordar los temas de una manera directa y cercana, por mis dotes de interpretación y porque le encantaban mis textos. Conociéndome y sabiendo que si me daban luz verde me iba a recrear, mi hombre y yo estuvimos sopesando los pros y contras. Teníamos claro que era probable que empezaran a lloverme críticas. Decidí que me echaría a la espalda lo que pudiera venir, pero no voy a negar que afecta a mi vida y a la de mi familia. ¿Y por qué? Por culpa de las mentes cerradas y de las amargadas que no tienen otra cosa que hacer más que criticar.
Seguimos viviendo en una sociedad machista y encorsetada en antiguas doctrinas. Incluso la juventud, en muchos casos, demasiado avanzada respecto a la sexualidad pero sin saber muchas cosas, parece que sube confundida. El abuso, la dominación y el machismo entre jóvenes están aumentando que da miedo.
Sí. Es terrible. Y la clave es la educación. A esos niños se les debe enseñar desde críos lo que es el respeto y la tolerancia. Y así, quizá, sean adultos considerados, abiertos de mente, sin prejuicios y respetuosos con las mujeres en particular, y con el género humano en general. Me parece muy importante que un joven en proceso de maduración tenga con quién hablar de estas cosas sin contenerse. En mi caso, contar con libertad de expresión en casa, poder resolver dudas y, además, tener amigas con las que desahogarme, fue vital.
Sí. La estrecha amistad con las Ladies te dio la posibilidad de expresarte. De sacarlo todo, escuchar otras opiniones y no sentirte rara o diferente.
Exacto. Con ellas puedo expresarme a mi manera como con nadie. Gracias a su mentalidad y a la confidencia sin prejuicios entre las cinco conseguí soltar todo lo que mi despertar sexual tan precoz revolucionaba mi cuerpo, mi mente y mi alma entera...
Oh, mis Ladies… Necesito a mis chicas, las echo tanto de menos. A pesar de habernos convertido en mujeres adultas más que ocupadas y de vernos no tan a menudo, el aquelarre no muere.
Menos mal que no muere, nena, o moriríais una a una…
Es verdad. Pero ahora cuesta, ¿eh? Pau está superliada con el trabajo, los horarios que hace ahora no nos permiten hablar por teléfono tanto como antes. Lo llevo mal. Y ella también, la verdad. Bet y Lo viajan por trabajo muy a menudo. Joder, demasiado. Lorena creo que ha llegado al límite, por mucho que viajar sea primordial para ella. Echo de menos a mi Vikinga bruta. Lo de Bet es otro cantar. Viaja por el trabajo de su propia empresa y por las exposiciones de su artista. Pueden pasarse aquí un mes entero o dos, como estar viajando cada semana a un sitio distinto. Y Pat, aunque en la actualidad tiene la suerte de contar con ayuda, también lleva un estrés encima que no sé ni cómo se aguanta de pie. Es lo normal a nuestra edad, supongo. Nos hemos ido adaptando a todas las épocas, intentando no romper el círculo. Aunque Paula lo odie, yo solo digo: «bendito WhatsApp». Menos mal que podemos marcarnos unas buenas charlas en grupo como si estuviéramos tomándonos unas cervezas virtuales. Las llamadas, los whatsapps o los encuentros por webcam me salvan de la desesperación porque yo… Joder, yo solo quiero que mi situación cambie. Me siento sola…
Lo sé, Lady, y demasiado bien llevas la situación.
Lo de hoy ha sido una inyección que me ha saciado el alma con la medicina que fluye de la verdadera amistad, justo lo que necesitaba.
Exacto, Lex. Y eso es lo que debes hacer, inyectarte esa pócima lo más a menudo que puedas… La vida te pone ante diferentes situaciones, a veces jodidas o que no te gustan, eso tú lo sabes muy bien, y hay que adaptarse. ¿De qué coño sirve regodearse en la mierda?
Tienes razón. No sirve más que para atraer energía negativa. Lo tengo comprobado...
Dejemos el tema y volvamos a lo que íbamos, que nos vamos por las ramas, para variar. Sí. El sexo, el descubrimiento de tu propio cuerpo y del de los demás es algo bueno.
Y hablar de ello, querida, es muy positivo. Estamos hablando de pollas y coños, pero está claro que es una forma de hablar, no todo se centra en los genitales, of course. El poseedor, su mente, la química, su destreza, su actitud van por delante, para mí eso siempre ha sido así. Por eso, cuando me topé con la de mi Gentleman, la polla perfecta para mi flor, me dije, ¡¿cómo?! ¡Esto yo ya no lo suelto nunca jamás en mi vida! No hace falta decir que en el momento en que caté aquella maravilla de la creación, mis neuronas y mi corazón ya estaban coladísimos por el cerebro y la esencia de su más que atractivo dueño. ¿Cómo no iba a convertirse en mi mejor amiga, si ya lo era su poseedor y, encima, encajaba a la perfección dentro de mi amapola? Me quedé con mi Polla forever and ever. Y sigo tan colgada de ella como de su amo, ¿será posible?
¿Cómo no va a ser posible, capulla? ¿A estas alturas todavía te lo preguntas? Es tu alma gemela. No hay más. Es tu gran amigo. Tu compañero de vida. ¡Ah! Y tu polla perfecta. ¿Qué más quieres?
Nada más. Mi amigo. Mi compañero de vida. Y mi polla perfecta.
Creo que deberíamos pronunciar mucho más las palabras polla y coño, gritarlas. Disfrutarlas.
¡Apoyo la moción, Bandida!
Claro que sí. Polla, coño, polla, coño, polla, coño. Grandísimas y preciosas palabras.
Yo tengo mi polla. Y no pienso soltarla.
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