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Bichos

 
 

Hay ciertos bichos de la especie humana, cuya única característica fa­vorable es su condición de ser vivo. Ocupan el preciado tiempo que nos regala la vida en joder a la especie. Suelen ser los que más deberían mi­rarse a un espejo y juzgar lo que ven ante sus ojos de bicho, en lugar de dedicarse a criticar a quien ni siquiera se molesta en mirarlos.


¿Serán las frustraciones? ¿Será su infelicidad? ¿O será el aburri­miento? Tal vez solo sea pura maldad… Sí, debe de ser eso. Eso y sus putos prejuicios.


Y es que los bichos de esta calaña son malignos. Pura perfidia.


 

«Lo que tampoco saben los jodidos bichos retorcidos es que, aun­que nos llamen putas, zorras y guarras por ser libres y hacer y decir lo que nos dé la gana, tenemos un tercer ojo mucho más poderoso que su mierdosa lengua»

Lo que no saben es que a todo bicho le llega su momento. El uni­verso es sabio y los coloca en su lugar. Siempre…


Acaban aplastados por sus colegas, tan bichos como ellos. Termi­nan bebiéndose su propia medicina, intoxicados por el veneno que pro­pagan. Sufren lo que extienden.

Viven lo que causan. Son malos. Malos de cojones. Y esa maldad les rebota, explotándoles en las narices, como se merecen.


Otra cosa que ignoran los asquerosos bichos es que las Malas Brujas Buenas nos unimos creando montañas de piedra duras, altas y fuertes. Cada roca cuenta y tiene algo que aportar. Nos aceptamos sin juzgarnos, nos queremos sin adornos ni falsedades, sin prejuicios ni maldad. La energía nos habla porque nos centramos en escucharla. No perdemos la vida buscando una diana contra la que descargar intolerancia y vileza, como los malévolos bichos. Así que, ellos, por mucho que lo intenten, no logran traspasar el muro de piedra que hemos levantado unificadas y que nos sirve de escudo.


Lo que tampoco saben los jodidos bichos retorcidos es que, aun­que nos llamen putas, zorras y guarras por ser libres y hacer y decir lo que nos dé la gana, tenemos un tercer ojo mucho más poderoso que su mierdosa lengua, y cuando ellos empiezan su recorrido para clavarnos el aguijón, nosotras ya estamos de vuelta. O sea que no nos pican, ni mucho menos nos envenenan, porque los hemos calado a metros de distancia hace tiempo. Estamos más que protegidas, nuestro escudo no solo hace que su toxina virulenta nos resbale, sino que consigue que les rebote, contagiándose ellos y no nosotras. Y así acaban… Como los bichos de la peor clase, picándose unos a otros, muriendo solos, infectados por su propia toxina.

Glosario:

Bicho: dícese de mujer prejuiciosa, mala, criticona, estrecha de mente, incapaz de vivir su vida, que se dedica a despellejar con la boca a mujeres libres, de mente abierta, satisfechas con su forma de ser y ha­cer. El peor animal de la especie. Manténgase alejado de él, es corrosivo. También existe la versión masculina del Bicho. La dejamos para otro día.

 
 

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